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Hiper/Hiposensibilidades: las grandes desconocidas del Autismo

  • 17 Marzo 2018
  • ISEP

En el mundo del Autismo a menudo nos encontramos con chicos y chicas que desarrollan lo que llamamos hiper o hiposensibilidades.

Estas consisten en un aumento (hiper) o una disminución (hipo) de la capacidad de percibir alguno de los cinco sentidos así como del dolor. La más común es la hipersensibilidad auditiva y la hiposensibilidad al dolor físico.

El trabajo en esta área es complicado, puesto que no hay ninguna norma estándar que cumplan las personas con TEA (Trastorno del Espectro Autista), sino que una persona puede mostrar un rango de sensibilidad infinitamente diferente a la de otra. Así pues, el vínculo terapéutico, una buena formación en TEA, así como una terapia personalizada a las necesidades del paciente deben ser imprescindibles para su evolución.

¿Qué es la hiposensibilidad?

Hoy, todavía se desconoce el motivo por el cual las personas con Trastorno del Espectro Autista muestran estas hiper/hiposensibilidades. La teoría con más fuerza es la de la Dra. en neurobiología Nadine Gogolla que apuesta por una afectación en la ínsula. Según un artículo publicado por Pilar Quijada siguiendo la teoría de la Dra. Gogolla, en la experimentación con animales (ratones con comportamientos TEA) se ha obtenido como resultado que hay un desequilibrio dentro de la ínsula en cuanto a conexiones neuronales de excitación y de inhibición. En otras palabras, un solo estímulo sensorial (ej. un ruido) provoca una respuesta tan intensa (hipersensibilidad auditiva), que por más que se añada otro estímulo (ej. el tacto), este no es procesado. Es decir, un solo estímulo puede saturar todo el sistema.

Intervención en alteraciones sensoriales

Actualmente, encontramos dos líneas de intervención sobre las alteraciones sensoriales: la de los reflejos primarios, aportada por el Doctor en medicina y especialista en psiquiatría Harald Blomberg, y la corriente de la integración sensorial de la terapeuta ocupacional y psicóloga Anna Jean Ayres.

Desde la primera corriente se considera que las dificultades sensoriales de los niños con autismo se deben a no haber integrado correctamente los reflejos primarios de la etapa infantil. Los reflejos primarios son movimientos automáticos dirigidos desde el tronco encefálico que tenemos desde bebés y nos permiten sobrevivir y adaptarnos a las diferentes demandas evolutivas que se nos presentan. Cuando estos no se integran bien provocan que el desarrollo neurológico se encuentre alterado dando como resultado dificultades en habilidades motoras gruesas y finas, así como en la percepción sensorial y cognitiva.

La intervención terapéutica desde esta corriente consiste en la correcta integración de estos reflejos primarios mediante la técnica del Blomberg Rhythmic Movement Training, que consiste en imitar los reflejos que se deberían haber adquirido de niños para así poderlos integrar correctamente y permitir al cerebro la maduración que le correspondería por edad cronológica.

Desde la segunda corriente se considera que las dificultades sensoriales de los niños autistas se deben a no realizar bien el proceso de integración sensorial (registro de la información, orientación y atención, interpretación, organización de la respuesta y ejecución de la misma) que se desarrolla hasta los siete primeros años de vida.

Se establece una taxonomía para trabajar las dificultades en función de donde hay una interferencia en este procesamiento de la información sensorial que reciben o que regresan (Viader, 2015):

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